Celebrando sus 60 años, la Feria del Libro Infantil de Bolonia termina hoy, con su consabida retahíla de elogios y aplausos por su bien aceitada organización. Bolonia es una feria para la industria y Chile ha hecho una apuesta desde 2016, cuando participó por primera vez de forma oficial. En esta versión 2023, el estand chileno, de 48 mt2, fue centro de trabajo. “Es muy importante, dentro de los de América Latina”, comenta la editora de Saposcat, Marcela Fuentealba, desde Bolonia. Lo describe como un espacio de “encuentro cultural con todos los países de habla hispana y con los de los otros mercados, que son importantes para internacionalizar el trabajo de ilustradores y escritores de Chile”, agrega.

Fuentealba ha estado varias veces en la feria de la ciudad italiana, y sabe lo que nuestro país ha obtenido viniendo sostenidamente a este encuentro. Ahora, no deja de destacar el premio que obtuvo Amanuta, la editorial chilena con 21 años de trayectoria dirigida por Ana María Pavez y Constanza Recart, que en esta versión de Bolonia recibió el premio a Mejor Editorial Infantil 2023, por el área comprendida entre el Caribe y América Central y Sur. “Es un gran reconocimiento para ellas, pero también un impulso para todas las editoriales más pequeñas que estamos acá, porque Amanuta es como una editorial madre para nosotras; llevan 20 años trabajando y son una inspiración”, dice la editora de Saposcat.

“Estamos felices con el premio, creo que fue un perfecto año para ganárselo”, dice con orgullo Ana María Pavez, editora de Amanuta, desde Bolonia, donde el lunes recibieron la distinción. Destaca el apoyo de la delegación chilena, tanto de ProChile como del Ministerio de las Culturas, y alaba el trabajo colectivo que ha realizado el país, por lo que considera el premio a la editorial como uno para el país. “Este año vinieron muchas editoriales, todas con muy buen material, y creo que esto también sube la calidad y pone al país en la órbita internacional”, comenta Pavez. “Tenemos una buena presencia en esta feria, esperamos que dé los frutos que queremos en un futuro próximo”, augura la editora.

Su galardón no fue el único. La destacada escritora María José Ferrada obtuvo el premio Ragazzi en la categoría “Nuevos Horizontes” por su libro “El bolso”, de la mexicana Alboroto Ediciones y con ilustraciones de Ana Palmerio. Y en el premio Ragazzi a proyectos editoriales que mezclan o cruzan diferentes medios quedó finalista “Cuentos digitales” de la Fundación Entrelíneas en la categoría de biblioteca digital interactiva.

También editoriales y autores nacionales destacaron en otros espacios de la feria, instalados para que los asistentes pudieran ver y revisar más libros de distintos países y editoriales. Amanuta fue seleccionada para la muestra de 20 libros nominados al RagazziOpera Prima con “Rayo de luz”, de Gracia González. Otra exhibición mostró 100 libros seleccionados en los Ragazzi, en lo que titularon “The BRAW Amazing Bookshelf”. En esta “biblioteca asombrosa” estaban desplegados “El coleccionista”, de Matías Prado, de la editorial Escrito con Tiza; “Toco madera”, de Andrés López, de Amanuta; Ferrada repitiendo su presencia con Alboroto Ediciones y su libro “Nadadoras”, y la ilustradora Paloma Valdivia con “Book of Question”, una edición en inglés del libro de Pablo Neruda por la editorial Enchanted Lion Book.

Desde el Ministerio de las Culturas, la subsecretaria Andrea Gutiérrez señala que la participación nacional “es la demostración de la potencia creativa de autoras, autores, ilustradoras e ilustradores chilenos”, y que los libros destacados “nos demuestran la contundente sensibilidad creativa e innovación que hoy está presente en quienes componen el ecosistema del libro y la lectura”.

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“Creo que muchas veces se confunde la rabia con la pena. Más que furiosos, los niños de mis cuentos son niños tristes, decepcionados”. Así precisa Ángela Bascuñán Rodríguez el carácter que definiría el conjunto de cuentos que acaba de publicar con el título “Los niños furiosos” (Editorial Forja). Se trata de su primera incursión en el género, aunque su experiencia de guionista en series de televisión (“Puerto de Hambre”) y teleseries nacionales (“La Doña”) es un antecedente claro en el estilo narrativo que ensaya aquí.

Son historias duras, a veces con un final violento, donde los niños sufrientes se encargan de hacerse justicia con sus propias manos. En “La pieza 8”, Antonia, la madre de dos hijos, se sorprende un día que uno de sus incisivos se le quiebra al morder una cajita de leche, lo que le activa un mal recuerdo de su niñez, aunque tendrá la oportunidad de vengarse. En “Indolente”, un marido precisamente indolente, es causa indirecta de una tragedia familiar que afecta al hijo de un matrimonio que no está pasando por un buen momento. En “Guatona fea”, la rabia sincera de una hija por la tolerancia de su familia hacia una pareja que vive con su guagua en la calle, enfrente de su casa, termina causando un mal quizás mayor. Hay también hijos que se cobran venganza con armas de fuego. No son cuentos de terror, ni entroncan fácilmente con algún subgénero de la narración dramática clásica. Aunque algunos finales podrían enlazarse con lo fantástico o con la atmósfera moral de una fábula.

“Comencé a escribir sin saber qué iba a resultar, el proceso fue más bien intuitivo —dice la autora—; después de un tiempo me di cuenta que todos los cuentos trataban el tema de la infancia. Los protagonistas eran niños en un mundo donde los adultos estaban sobrepasados. Los cuentos describen un momento específico donde todos los miembros de la familia lo están pasándolo mal”.

Su estilo narrativo es de frases cortas, pero que hacen avanzar la acción de manera eficaz. “Pasar del guion a la literatura fue un salto que di hace algunos años como un desafío personal. Tomé el taller con Pablo Azócar sin ambición alguna, solo para explorar la posibilidad de escribir algo propio”, dice Bascuñán. “El guion y el cuento comparten la economía de las palabras. En el guion las palabras tienen un costo y se debe utilizar el lenguaje de la manera más eficiente posible, al igual que en el cuento, donde el relato debe ser simple, corto, directo”, agrega.

Los niños furiosos de sus narraciones no parecen ser “niños abusados” en el sentido común que tiene esa expresión. “La idea de que ‘los niños sufren' puede que nos incomode. Todos tenemos grandes premisas y una de ellas es que la infancia debería ser feliz. Cuando hablamos de niños que sufren, inmediatamente pensamos en el Sename o niños que viven en condiciones de vulnerabilidad, pero nos cuesta reconocer que el sufrimiento es parte de la infancia, porque la responsabilidad recae directamente sobre los adultos que deberían protegerlos. Estos cuentos nos hace conectarnos con los niños que fuimos, pero también con los padres que hemos sido. Nos guste o no, nuestros hijos también han sufrido, los hemos decepcionado más de alguna vez, ellos también han sido niños furiosos”, agrega Bascuñán.

Sobre la resolución violenta de las historias relatadas, agrega: “Muchas veces la rabia se confunde con la pena. Si bien la pena te deja quieto, la rabia te moviliza. En los cuentos los niños toman la justicia en sus propias manos para vengarse de quienes no han sabido protegerlos o cuidarlos. La idea de un golpe final, una estocada al lector, es parte de la violencia con que se rebelan estos niños”.

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El GAM presenta la obra:

Flamenco inspirado en Violeta Parra

La bailaora e historiadora del arte Javiera de la Fuente estrenará mañana “Envioletá”, obra que aborda las inquietudes estéticas de la autora de “Volver a los 17” y su etapa musical temprana. Todo comienza a partir de un capítulo excepcional y quizás poco conocido de su historia: cuando gana un concurso de baile y canto andaluz, tras explorar el género español motivada por su hermano Nicanor. De la Fuente, quien vive en Sevilla, se presentó recientemente en el Museo Reina Sofía y pronto estará en Conde Duque, emblemático espacio de Madrid. La obra se presentará entre mañana y el domingo (19:30 horas, $6.000).

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Devolución de mármoles a Atenas:

Vaticano firma acuerdo con Grecia

Tal como lo había anunciado en diciembre el Papa Francisco, el Museo Vaticano acaba de firmar un acuerdo de devolución para restituir a Grecia tres fragmentos del Partenón conservados durante dos siglos en esta pinacoteca. Según informó Vatican News, la ceremonia de recepción e integración de los fragmentos en mármol del frontón, friso y una metopa tendrá lugar en Atenas el próximo 24 de marzo, y el Vaticano enviará un representante del Pontificio Dicasterio para la Unidad de los Cristianos. Según la Santa Sede, el gesto de restitución se inscribe en el marco “de la política de refuerzo del camino ecuménico en relación a la iglesia ortodoxa y a la iglesia griega en particular, en un signo de fraternidad y de paz”.

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