En el futuro, la universidad será más inclusiva e involucrada con la sociedad, con un enfoque en el aprendizaje a lo largo de la vida. En ese tema coinciden los rectores de La Tríada, la iniciativa de colaboración entre las tres universidades no gubernamentales mejor clasificadas en América Latina: la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad de los Andes (Colombia) y el Tecnológico de Monterrey (México).

De hecho, la intervención de estas tres casas de estudios en el 9º Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE 2023), en Monterrey, en la que abordaron lo que viene para estas instituciones de educación superior, fue de las más esperadas.

Durante el panel magistral, Ignacio Sánchez, rector de la UC; Juan Pablo Murra, rector de Profesional y Posgrado del Tecnológico de Monterrey, y Raquel Bernal, rectora de la U. de los Andes, expusieron, entre otras temáticas, sobre el enfoque de formación, la innovación educativa y el trabajo que se necesita para abordar la salud mental de los universitarios, con miras a llegar a este deseado futuro.

Aprendizaje a largo plazo

Consultado por “El Mercurio”, Murra asegura que, en unos 10 años, la universidad estará “más enfocada en brindar servicios educativos desde una perspectiva más amplia que solo grados académicos”.

Se refiere, dice, a que “temas de aprendizaje durante toda la vida van a ser más relevantes. Este concepto de que estudio cuatro años, me voy y se acabó” cambiará y tendrá que “ser más continuo a lo largo de la vida”. Y señala que será una universidad que tendrá “un mayor sentido de responsabilidad de las comunidades donde están”.

Con esta idea concuerda Sánchez: “En el centro de la institución universitaria está el poder aportar y servir a la sociedad, a los países, a las comunidades”. Por ende, indica, “otro de los aspectos, que son de presente y de futuro, es toda la metodología de aprendizaje y servicios, que tiene que ver con poder implementar en la práctica, muchas veces en las regiones más vulnerables, lo que el estudiante está aprendiendo”.

Asimismo, afirma que en Chile “la universidad del futuro tiene que combinar calidad e inclusión; una universidad más amplia, diversa e inclusiva es una mejor universidad”.

En ese sentido, destaca el progreso en el eje de la equidad de género, en todos los estamentos universitarios, tema en el que se seguirá avanzando. Además de una mayor cantidad de profesoras y profesionales administrativos, “cerca del 55% de los estudiantes, al menos en nuestra universidad, y más del 30% de los estudiantes que entran en ingeniería y otras áreas de ciencias son mujeres”.

“Desde el punto de vista de la inclusión, vamos avanzando con modificaciones estructurales”, explica. “Estamos desarrollando el Programa Interculturalidad UC, para atraer más estudiantes, profesores y profesionales administrativos de pueblos originarios y también de población migrante”. El fin es aumentar la diversidad de la población universitaria.

“Esto hace que el presente y futuro, en términos de equidad de género e inclusión de la universidad, se vea muy promisorio”, dice.

En cuanto a la innovación educativa, Raquel Bernal, en su intervención en el congreso, habló sobre el “papel preponderante” de la innovación pedagógica, el cual se podrá potenciar con la tecnología para hacer el proceso de aprendizaje “más individualizado, respetando los tiempos de las diferentes personas que aprendemos distinto”. Pero, agregó, que sobre todo “debemos profundizar mucho más en la manera cómo nuestro cerebro aprende”.

De forma similar, Sánchez relevó la innovación docente y la importancia de la actualización de los currículos con una mirada global; además, se refirió a la implementación de nuevas tecnologías. Aunque advirtió que “es un error pensar en innovación y hacerlo sinónimo de tecnología”, destacó que “las nuevas tecnologías tienen que aplicarse en la medida que sean útiles a la meta que quiero lograr”.

Así también, Murra precisó que el nivel de digitalización de las universidades dependerá de la misión de estas: “No creo que vaya a haber un one size fits all. (...) Va a haber universidades que por su misión tendrían que ser 100% digitales, y creo que va a haber otras que serán predominantemente presenciales”.

Eso sí, considera que “sería un error pensar que vamos a regresar a los niveles de presencialidad que tuvimos antes de la pandemia”. Por ello, opina que la universidad del futuro será “significativamente más digital, utilizando más la tecnología que antes de la pandemia”.

Sobre los universitarios, Murra afirmó en CIIE 2023 que no solo requieren de una “formación técnica, una educación para el empleo, sino que tenemos que formar (...) ciudadanos libres y responsables para construir una mejor comunidad y crear valor de manera sostenible y de manera compartida”.

Entonces, subraya, entre las características que estos estudiantes necesitarán, para lo cual la innovación educativa es clave, están la capacidad de comunicación en múltiples idiomas y plataformas (por ejemplo, digitales), la capacidad de trabajar “con otros, a través de otros y por otros”, y la habilidad de abordar problemas complejos, como el cambio climático.

Salud mental

Los rectores también consideran que el tema de la salud mental es de suma relevancia. La rectora Bernal sugiere enfrentar el problema desde lo que hacen las universidades, formar, fomentando el desarrollo de competencias como la resiliencia, empatía, agradecimiento y compasión, “cualidades que están demostradas que mejoran el bienestar”.

Para ese fin, señaló que “la formación sociohumanística, acercar a nuestros estudiantes a la cultura, a las artes, a las humanidades, a la música (...) sabemos que mejora la salud mental”. Enseñarles a “aprender a aprender”, para enfrentar la incertidumbre del futuro, teniendo la habilidad de “adaptarse”, y alejarse de un enfoque predominante en los resultados para “retornar al amor por el aprendizaje”, serían otras alternativas de acción.

Con ella coincide Murra. Desde su perspectiva, fomentar la resiliencia, entre otras habilidades, “es un reto importante. Creo que hay que crear los entornos y las posibilidades para que los alumnos participen y se atrevan a tomar ciertos riesgos controlados, (...) satanizando menos el fracaso. Si alguien intenta algo, es mejor enfocarnos en qué aprendió y en qué se desarrolló, y no en la nota de la evaluación”.

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La Unesco dedicará el Día de la Educación 2023 (24 de enero) a las niñas y mujeres afganas, después de que el régimen de los talibanes prohibiera su acceso a la enseñanza secundaria y universitaria.

La directora general de la organización, Audrey Azoulay, decidió esta dedicatoria porque “ningún país del mundo debe impedir que las mujeres y las niñas reciban educación. La educación es un derecho humano universal que debe respetarse”, afirmó.

Mañana martes, en la sede de la ONU en Nueva York, se celebrará este acto conmemorativo.

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Investigadores estadounidenses comprobaron que incluso pequeños cambios en la escuela pueden mejorar parámetros de salud clave en los estudiantes.

Los autores del estudio, de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.), evaluaron el impacto de un programa llamado “Texas Sprouts”, dirigido a escuelas primarias de la zona y que involucra clases de jardinería, nutrición y cocina.

Los investigadores comprobaron que la estrategia mejoró el control del azúcar en la sangre de los niños y redujo su colesterol de lipoproteínas de baja densidad, conocido como “colesterol malo”.

“El programa resultó en un aumento significativo en la ingesta de vegetales por parte de los niños, por lo que creemos que ese es un mecanismo por el cual mejoró el control glucémico y se redujeron los lípidos”, explicó a “El Mercurio” Jaimie Davis, profesora del Departamento de Ciencias de la Nutrición de la U. de Texas en Austin y coautora del trabajo.

“Estamos trabajando en otra parte del estudio que pronto saldrá a la luz y que muestra cómo el aumento en el conocimiento sobre la jardinería y sobre cocinar mediaron esa alza en la ingesta de vegetales. Sabemos que si enseñamos a los niños a cultivar su propia comida y a cómo prepararla de una manera sabrosa, ellos van a preferir esos alimentos y aumentarán su ingesta a corto y largo plazo”, agrega la especialista.

El programa “Texas Sprouts” es una intervención que dura nueve meses y que consiste en 18 lecciones de jardinería, nutrición saludable y preparación de alimentos. La estrategia contempla que los padres asistan a nueve sesiones.

Para realizar su estudio, los investigadores asignaron a 695 niños para ser parte del programa y recopilaron sus datos demográficos y metabólicos, incluido el índice de masa corporal (IMC), los niveles de azúcar e insulina en la sangre y un panel de colesterol.

Cuando concluyó el programa, los científicos volvieron a medir los parámetros de los estudiantes, 480 de los cuales eran hispanos.

El equipo descubrió que los niños que completaron el programa tuvieron una reducción del 0,02% en los niveles medios de glucosa en la sangre y una reducción de 6,40 mg/dL en el colesterol malo.

Sobre estos resultados, Davis comenta: “La mejora en la glucosa fue pequeña, pero aun así es significativa y clínicamente relevante. El indicador que medimos, llamado hemoglobina A1c, se utiliza para diagnosticar la prediabetes y la diabetes tipo 2, ya que refleja un promedio de 3 meses de control de la glucosa, así que su reducción es positiva”.

Según los autores del estudio, sus hallazgos indican que las escuelas deberían considerar implementar un programa similar.

Coincide Humberto Soriano, pediatra y gastroenterólogo de la Red UC Christus y expresidente de la Sociedad Chilena de Pediatría. “Este estudio nos entrega datos objetivos del valor de esta intervención, que nos dicen que los niños se benefician”, dice Soriano, quien trabajó en Texas durante doce años y conoció el programa.

El médico comenta: “Efectivamente, lo que se veía es que los niños cambiaban su visión sobre las verduras, las comían más y mejoraba su salud”.

Y añade: “El colesterol y la glicemia son cosas que se pueden controlar y corregir desde la infancia, y evitan problemas cardiovasculares y metabólicos a futuro”.

Sandra López, nutricionista e investigadora de la Escuela de Medicina de la U. de Chile, destaca que el programa Elige Vivir Sano en Chile promueve la expansión de huertos escolares.

A su juicio, es una estrategia que debería reforzarse, y sobre todo, “evaluar su impacto en la reducción de diabetes y obesidad”.

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Durante este mes, 24 estudiantes pudieron capacitarse en programación Phyton gracias a los cursos de verano generados a partir de una alianza académica entre la U. Mayor y el Massachusetts Institute of Technology (MIT, considerada una de las mejores universidades del mundo). En esta cuarta versión del programa, la mitad de quienes formaron parte son alumnos de diversas carreras de la U. Mayor, mientras que el resto fueron alumnos de 3° y 4° medio, de colegios de la Región Metropolitana.

A cargo de las clases del programa estuvieron monitores de ambas casas de estudio.

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