Hasta ahora, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no había tenido entre sus máximas prioridades la política exterior o la diplomacia regional. Sin embargo, en la última semana ha tomado un inusual protagonismo al liderar a un grupo de mandatarios izquierdistas de América Latina que está amenazando con no asistir a la IX Cumbre de las Américas que se celebrará a partir del 6 de junio en la ciudad de Los Angeles, en protesta por la iniciativa de Washington de no invitar a países que no respetan la democracia, como Venezuela, Cuba y Nicaragua.

“Todavía espero que haya una respuesta favorable para que todos participemos. El que no quiera ir está en su derecho, pero espero que nadie excluya a nadie”, dijo ayer López Obrador, al insistir en que él no acudirá a la cumbre si el gobierno de Joe Biden, a cargo de organizar el encuentro, no invita a todos los países de la región.

El Presidente mexicano fue el primero en amenazar con un boicot a la Cumbre de las Américas, lo que sería un humillante desplante a Washington, luego de que el jefe de la diplomacia estadounidense para las Américas, Brian Nichols, señalara la semana pasada que Venezuela, Cuba y Nicaragua “no respetan” la Carta Democrática Interamericana —el documento regional de defensa de la institucionalidad vigente desde 2001—, “y por lo tanto”, no espera que estén presentes en la próxima cumbre hemisférica. “Nadie tiene derecho a hablar en nombre de toda América y de decidir quién participa y quién no. Somos países independientes, libres, soberanos. Nos regimos no por mandatos de hegemonías, de países extranjeros”, contragolpeó López Obrador. “¿Cómo una cumbre de América sin todos los países de América? ¿De dónde son los no invitados, son de otros continentes, de otra galaxia, de un planeta no conocido?”, ironizó.

La postura de AMLO, quien estuvo recientemente en una gira por Centroamérica y el Caribe, que incluyó a Cuba, fue respaldada por varios dirigentes latinoamericanos, partiendo por aquellos que serían excluidos. “Mejor que ser reo de la política de odio, EE.UU. debería escuchar a los no pocos que, en América Latina, lo convocan a ser sede de una cumbre inclusiva”, afirmó el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel. El “número dos” del chavismo, Diosdado Cabello, también criticó la “arrogancia del imperialismo”, y dijo que, tal como está planteada hoy, la Cumbre de la Américas no será más que “una reunión de EE.UU. con un grupo de países”.

Seguidamente, se unieron a la advertencia de boicot mandatarios que supuestamente sí serían invitados por la Casa Blanca. “Una Cumbre de las Américas que excluye a países americanos no será una Cumbre de las Américas plena. De persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré”, aseguró el Presidente boliviano, Luis Arce, una posición que pareció secundar la nueva mandataria de Honduras, la también izquierdista Xiomara Castro: “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”, indicó, sin precisar si asistiría o no.

La quincena de países de la Comunidad del Caribe (Caricom) también estaba dividida sobre su participación en la cumbre, ya que algunos de sus miembros, entre ellos Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas, ya adelantaron que no irán a la cita si Washington deja fuera a Cuba e invita al líder opositor venezolano Juan Guaidó, en vez de al Presidente Nicolás Maduro.

El escenario no era fácil para el gobierno de Biden, que pretendía poner al centro de la agenda de la cumbre la crisis migratoria, pero ahora arriesga las sensibles ausencias de México y varios países centroamericanos. Brian Nichols, el principal encargado del departamento de Estado para Latinoamérica, insistió este jueves que en la III Cumbre de las Américas en Quebec, “los líderes de la región defendieron el estricto respeto a la democracia como condición esencial para la participación en todas las futuras cumbres”. Pero la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, no cerró la puerta del todo, al señalar que aún no se han enviado las invitaciones oficiales y aún “no hay una decisión final”.

El fiasco podría ser todavía mayor, ya que, según fuentes de Reuters, el Presidente de Brasil, el derechista Jair Bolsonaro, tampoco planea asistir a Los Angeles. En su caso —se especula—, sus razones no tendrían que ver con los invitados o los excluidos, sino directamente con el anfitrión, ya que el mandatario —un admirador de Donald Trump— ha tenido una relación muy distante con Biden.

Según Eduardo Gamarra, experto en América Latina de la Universidad Internacional de Florida, el gobierno de Biden está frente a un dilema complejo, pero su decisión de excluir a países como Venezuela o Cuba “es la correcta, ya que desde que se formó la Cumbre de las Américas, en 1994, se hizo sobre la base de la defensa de la democracia liberal y representativa”, y los gobiernos de esas naciones no cumplen esos estándares. “Esta administración ha tratado de definir una lucha entre democracia y dictadura, no entre derecha e izquierda. Y para ser consistentes no pueden decir de repente, ‘bueno, vamos a estar de amigos con los Castro, con Ortega, con Maduro'. Es problemático, porque pone a la administración de Biden en conflicto con una región que está completamente dividida”, señaló el académico, quien resalta además que, hasta ahora, Biden ha tenido una relación “desafortunadamente inexistente” con América Latina y, en su gran oportunidad para establecer una agenda, el resultado podría ser “bastante deslucido”.

Al mismo tiempo, señaló Gamarra, el Presidente mexicano marca territorio. “López Obrador aprovecha esto para posicionarse como el nuevo líder latinoamericano, que va a luchar por una ‘América sin exclusiones', pero es un discurso completamente politizado y no tiene coherencia en términos de democracia”, afirmó.

Lo concreto es que, a tres semanas del inicio de la cumbre, el ambiente está enrarecido y existe el riesgo de que sea un fracaso.

“Inicialmente, la falta de una agenda clara para la cumbre era una fuente de preocupación. Ahora con las declaraciones de México, Brasil, Bolivia y varios países del Caribe, se corre el riesgo de que se descarrile la cumbre por completo, a menos que la administración Biden actúe rápidamente”, dijo a “El Mercurio” Rebecca Bill Chavez, nombrada recientemente directora de Diálogo Interamericano. “A la luz del creciente sentimiento de que EE.UU. no está priorizando la región, o simplemente no se preocupa por el bienestar de sus vecinos del sur, la administración Biden debe anunciar una agenda sólida que refleje las prioridades de América Latina y el Caribe, incluida la crisis de la migración irregular en toda la región, no solo en la frontera sur de Estados Unidos”, añadió.

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China es actualmente la “gran amenaza” para los estándares globales de derechos humanos, según el director ejecutivo de Human Rights Watch (HRW), Kenneth Roth, que en una entrevista con EFE avisa del riesgo que plantean en Latinoamérica las tendencias autoritarias de los líderes de México y Brasil.

Roth dejará voluntariamente el próximo mes de agosto HRW, la ONG que ha liderado durante casi 30 años y que bajo su dirección se convirtió en una de las principales entidades internacionales de defensa de los derechos humanos.

Roth dice que China es un país capaz de vender ante otros gobiernos un modelo alternativo basado en el éxito económico a expensas de los derechos de los ciudadanos. “Si eres un autócrata en otro lugar del mundo, eso es música para tus oídos”, explica, destacando el empeño que Beijing pone en mantener esa buena imagen exterior y acallar cualquier crítica sobre la situación de grupos como los uigures, los tibetanos o buena parte de la población rural del país, mientras continúa la represión de la oposición o los “crímenes contra la humanidad” que se cometen contra los musulmanes de Xinjiang.

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Sergio Fajardo dice que quiere sacar a Colombia de la polarización y del malestar en la que está sumida.

“Esa Colombia que tiene rabia, que está inconforme (...), que está permanentemente en confrontación, con candidatos insultándose el uno al otro, con amenazas de muerte, con narcotráfico, cárceles, esa Colombia es la que vamos a cambiar nosotros”, ha dicho Fajardo, candidato de la Coalición Centro Esperanza, ciclista, profesor de matemáticas, exalcalde de Medellín, gobernador de Antioquia entre 2012 y 2015 y un convencido de que a pesar de las encuestas su candidatura va a remontar.

Pese a su optimismo, Fajardo está cuarto, con apenas el 7% de las intenciones de voto según el último sondeo de la firma Yanhaas. Para lograr esa remontada tiene que superar al menos al independiente Rodolfo Hernández que tiene 12% de apoyo. Los pronósticos dejan muy lejos a los dos que lideran la competencia: el izquierdista Gustavo Petro (40%) y el derechista Federico “Fico” Gutiérrez (21%).

En ese escenario, lo crucial será la definición que tome Fajardo y su electorado de cara a la segunda vuelta, como ocurrió en 2018, cuando compitió también contra Petro y contra el actual Presidente, Iván Duque. Es justamente el último gobierno, lo que —entre otras cosas— lo llevó a postular, asegura Fajardo, para “corregir” los errores de Duque, a quien acusa de no haber estado preparado para el cargo. “Este gobierno ha sido sordo: estaba cargando a la clase media y ahí surgió el estallido social. Los que más tenemos vamos a aportar más. A Colombia la vamos a cuidar para que sea un país donde quepamos todos”, dijo a través de sus redes sociales.

“El electorado de Fajardo está a favor de la economía neoliberal, pero en cuestiones culturales es progresista. Eso hace pensar que los votos están divididos entre ‘Fico' y Petro, inclinándose incluso un poco más hacia ‘Fico' Gutiérrez por las relaciones conflictivas que desde el pasado ha habido entre Fajardo y Petro”, dice a “El Mercurio” Carlos Builes, profesor de ciencia política de la Universidad de Antioquia.

Conocido como el “profesor” por su dedicación a la docencia en universidades —tiene un doctorado en Matemáticas de la Universidad de Wisconsin—, Fajardo promete impulsar diversos sectores de la economía para generar empleo, garantizar la seguridad alimentaria y tener un modelo productivo con sostenibilidad ambiental en el que se empiece a dejar atrás la dependencia del petróleo y el carbón, los cuales considera exponen al país a riesgos ambientales y macroeconómicos, consignan medios locales.

Y aunque los observadores destacan sus ideas “transformadoras”, recalcan que Fajardo parece no tener proyectos nuevos en comparación a sus anteriores campañas, lo que probablemente explique la falta de entusiasmo por su candidatura.

“La población en Colombia se debate entre una continuidad o un cambio en la implementación de políticas. En ese contexto, desde los resultados de las consultas interpartidistas (primarias), Fajardo quedó aislado en la discusión y no ha logrado remontar en las encuestas o, por lo menos, dar golpes de opinión que le permitan ser protagonista del debate actual”, dice a este diario Pedro Piedrahita, profesor de ciencia política de la Universidad de Medellín.

“Sergio Fajardo no logra despertar esos niveles de entusiasmo que llevan a movilizar a este número de ciudadanos que en Colombia dicen no tener partido (...). Le hizo falta ese mensaje unificador de centro que el país esperaba”, añade Patricia Muñoz Yi, docente de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana.

Otro de los puntos que habría perjudicado su candidatura fue cuando en 2020 resultó imputado en una investigación por el presunto detrimento de cerca de US$ 1.100 millones por la quiebra de la hidroeléctrica Hidroituango, cuando él era gobernador de Antioquia. En concreto, se lo acusó de no supervisar, como era debido, a sus delegados en la junta de la central. En enero de este año la Contraloría del país cerró el proceso y no halló responsable a Fajardo, pero los cuestionamientos contra él ya habían surgido. “La verdad y la decencia siempre salen adelante aunque a veces se demoren”, dijo Fajardo sobre el proceso.

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El Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pidió ayer en una ceremonia de graduación de policías la unión de “civiles y militares” para salvaguardar “la libertad”, amenazada, según él, por “delincuentes” que actúan “desde gabinetes con aire acondicionado”.

“Nosotros, personas de bien, civiles y militares, necesitamos a todos para garantizar la libertad porque los delincuentes del pasado hoy usan otras armas, también desde gabinetes con aire acondicionado, buscando robar nuestra libertad”, dijo el mandatario en la Academia de Policía de Barro Branco, en la ciudad de Sao Paulo.

Bolsonaro, que aspirará a renovar su mandato en octubre, afirmó ante los oficiales recién formados que esos presuntos “criminales” comienzan “robando la libertad de expresión y fustigando a las personas de bien haciendo que desistan de su propósito”.

“Tiempo atrás juramos dar la vida por nuestra patria, pero cada vez más, ese ejército de personas de bien, civiles y militares, debe unirse para evitar que roben nuestra libertad”, indicó el capitán retirado del Ejército.

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