Sobre Kaiser: “Yo salí a repudiarlo porque me niego a ser su víctima. Y porque es una autoridad pública, no puede incitar al odio o la violencia”.

Los días de Emilia Schneider (25) no tienen pausas. Acaba de terminar su penúltimo semestre de Derecho en la Universidad de Chile, hizo campaña por Gabriel Boric y se ha reunido con organizaciones sociales. Todo mientras comienza a prepararse para el cargo que asumirá en marzo: ella es la primera mujer transgénero en llegar a la Cámara de Diputados.

—A veces se me viene a la cabeza: “Soy diputada”. Pero no me he tomado un descanso para procesar nada. Siendo dirigenta social, me acostumbré a trabajar a un ritmo muy rápido —dice Schneider, mientras se sienta en el departamento de su encargada de comunicaciones en Santiago centro y busca un espejo para pintarse los labios. Acaba de llegar de una reunión con organizaciones de disidencias sexuales, son casi las seis de la tarde y no tuvo tiempo para almorzar.

Para terminar su carrera universitaria, aún debe cursar un último semestre, hacer su tesis y rendir el examen final. Para cumplir los plazos de su beca de gratuidad, asegura que se titulará mientras cumpla sus obligaciones en el Congreso:

—Tengo que hacerlo compatible, porque tengo una responsabilidad con la ciudadanía, pero siento que también es una responsabilidad con mi comunidad y conmigo terminar la carrera. Pocas mujeres trans somos abogadas. Pocas podemos estudiar.

—¿Hay presión por ser la primera mujer trans en el Congreso?

—Es un honor. Pero esto no es un logro solo mío, ni del trabajo que hicimos en campaña, es parte de una lucha mucho más grande, histórica, de nuestra comunidad LGBTI+. (…) Pero sí siento la presión por conseguir avances y sé que será difícil por la composición del Congreso. Es momento de que todas las demandas que hemos puesto en la mesa se concreten en políticas públicas.

—Siempre se destaca que es trans, ¿se siente reducida a su género?

—Es importante porque da visibilidad y pienso en jóvenes trans y LGBTI+ que ven eso y les sirve de inspiración en una sociedad que los hace interiorizar el odio que reciben. Soy una orgullosa mujer trans, orgullosa de romper barreras y de llegar a espacios donde antes no estábamos. Pero sí la política tradicional y los medios me encasillan para discutir solo ciertos temas. (…) Pero además de trans, soy una mujer feminista de izquierda y soy parte de Apruebo Dignidad. Voy a discutir de todos los temas. No me van a tener guardada en un cajón solo para los días LGBT. Aunque ojalá todos los días sean el día LGBT.

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Había pasado cerca de un año desde el nacimiento de Emilia Schneider en 1996 cuando sus padres, Paula Videla y Esteban Schneider, ambos estudiantes de Periodismo en el momento, se separaron. Emilia y su madre se fueron a vivir con sus abuelos en Providencia, hasta los 13 años. Y aunque después vivió en diferentes comunas cercanas, nunca se cambió de colegio. Hasta cuarto medio estudió en el Latinoamericano Integración:

—A mis papás les gustaba el rol del colegio en materia de derechos humanos, pero también lo veían como un colegio más libre donde yo podía expresarme y ser. Porque tengo que ser honesta: nunca estuve muy en el clóset —recuerda Schneider, quien iba a clases con pelo largo, maquillaje y pinches en las orejas simulando aros desde antes de hacer su transición.

—¿Siempre fue apoyada por su familia?

—Hay personas a quienes les costó y les cuesta hasta hoy. Pero mi familia más cercana ha sido muy comprensiva, me escucharon. Y cuando hice mi transición les dije que me estaba guardando esto hace mucho tiempo y que necesitaba su apoyo. Hay gente a la que le cuesta más transitar.

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El 2011 estuvo marcado a nivel nacional por las protestas estudiantiles. Emilia Schneider cursaba entonces primero medio y la contingencia llevó a que ella y su curso se interesaran más por la política. Así llegó a leer sobre feminismo, entre textos que entre sus compañeras se recomendaban. Y en una de esas lecturas descubrió el término “trans”:

—Yo ya tenía una expresión nada masculina, pero ahí entendí lo que era ser una persona trans —recuerda. Y explica que entonces tuvo su primer intento de transitar, pero los problemas económicos y familiares que atravesaba su madre no se lo permitieron.

Su infancia y adolescencia, asegura Schneider, estuvieron marcadas por problemas económicos en su familia y el bullying que recibía por ser parte de las disidencias sexuales:

—Estoy muy reconciliada con mi pasado. Todo eso es parte de mi proceso. Yo devine en una persona trans porque fui cuestionándome todo lo que me habían impuesto. No sé si nací siéndolo, porque no sé si hay una esencia. Aunque creo que cuando una persona define que es trans merece todos los derechos y reconocimientos. Me gustaría que se integraran la niñez y adolescencia trans a la Ley de Identidad de Género.

No fue hasta 2017, después del estreno de “Una Mujer Fantástica” y la alta visibilidad que la película trajo a la comunidad transgénero, que Emilia volvió a intentarlo. Esta vez, viviendo con su padre y su madrastra Daniela, lo logró.

—¿Por qué en ese momento?

—Se visibilizó mucho el tema por la película, la fundación Selenna, y yo me dije “no quiero que me quiten más años de mi vida”. Creo que es una sensación común entre generaciones mayores de la comunidad LGBTI+, porque salimos del clóset mayores de lo que ves hoy en la adolescencia y la niñez. Yo no quería que se me pasara el tiempo.

—¿Fue una transición privilegiada?

—Hasta cierto punto. Cuando me fui a vivir con mi papá, tuve el apoyo económico y emocional; en ese sentido sí me siento privilegiada. Pero no está bien que esto sea un privilegio. Debería ser un derecho que las personas LGBTI+ vivan sus procesos con dignidad, paz y con amor ojalá. Eso me motiva a hacer política también. Es un momento vulnerable de la vida en que te preocupas por ti y necesitas apoyo: prestaciones de salud, apoyo psicológico, social, emocional y familiar.

Al momento de iniciar su transición, Emilia Schneider ya era parte de la Secretaría de Sexualidad y Género de la Universidad de Chile y cursaba su tercer año de Derecho. Pocos meses después de hacer su cambio de nombre social fue nombrada como vocera de las movilizaciones del 8 de marzo de 2018:

—Estaba recién reafirmándome y me sentía vulnerable, pero me tocó mucha exposición pública por eso. Fue duro porque llegó mucho odio de gente conservadora. Pero las circunstancias me pusieron en un rol en la historia y lo asumí como una responsabilidad.

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En las reuniones y conversaciones de la familia Schneider, la figura del bisabuelo de Emilia era frecuentemente recordada. René Schneider, que llegó a ser el comandante en jefe del Ejército y el autor de la doctrina que más tarde llevaría su nombre y que buscaba evitar la interferencia del Ejército en la vida política a comienzos de los años 70:

—Yo escuchaba a mi abuelo, mi papá y mis tíos hablar siempre de política, violaciones a derechos humanos, dictadura y de la defensa a la democracia que hizo mi bisabuelo. Eso me marcó, aunque no lo considero un peso.

Esa herencia, sumada al impacto que causaron en ella las movilizaciones estudiantiles, asegura Emilia Schneider, la llevó a entrar en la política en la universidad:

—Por una parte, esto fue para canalizar la rabia que sentía por las injusticias que habían impactado mi vida y, por otra, me hizo encontrar respuestas a por qué yo me sentía fuera de lugar, poco comprendida. Llegué al feminismo y las disidencias por necesidad de respuestas.

—¿Por qué rabia?

—Problemas de plata, laborales, familiares. Por ejemplo, en mi familia materna, a mi bisabuelo lo considero mi abuelo, no conozco a mi abuelo real. Pero muchos se identifican con cosas así. ¿Quién no creció con los papás angustiados porque no había pega?

En 2019, luego de haber sido vocera del movimiento feminista en 2018, Emilia Schneider se convirtió en la primera presidenta trans de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Pero su proceso de convertirse en una figura pública, explica, no ha sido sencillo para su familia:

—Mis papás están orgullosos, pero se preocupan también. Mi nombre salió en documentos de investigaciones de Carabineros y me he ido detenida sin cargos en mi contra. Es alto el riesgo de ser activista en Chile.

Cada vez que Schneider ha postulado a cargos de elección popular, su padre le recuerda una historia que su abuelo, el director de televisión René Schneider Arce, solía contar sobre la costumbre romana de que cuando un general recorría la ciudad victorioso para ser alabado, una persona detrás le susurraba al oído: “Recuerda que solo eres humano”.

—¿Quién se lo recuerda a usted?

—Yo misma. Pero también mucha gente, mi papá también. Pero yo soy bien aterrizada, más peco de síndrome del impostor (dificultad para asumir logros) que de creída.

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Solo en este año, Emilia Schneider postuló a dos cargos. Tras perder la votación para ser constituyente, estuvo una semana procesando la derrota, pero al poco tiempo comenzó su postulación a diputada.

—¿Habría ido a una tercera elección de haber perdido?

—Hay que asumir cuando las elecciones no son lo tuyo. Hay que ser humilde y poco personalista, poner delante el bienestar de los proyectos colectivos, porque no estoy en política por la plata. No quiero vivir por siempre de esto ni tengo afanes de poder.

—¿Se puso un límite de cuánto tiempo ejercerá este tipo de cargos?

—Mi plan no es vivir de esto. Siempre voy a estar a disposición, porque al final se convirtió en un estilo de vida y una convicción profunda. Pero creo en la renovación y cambiar de aires. Como Jackson y Vallejo, que no fueron a la reelección y abrieron paso a nuevos liderazgos. No hay nada más dañino para los partidos políticos que los personalismos.

Esta entrevista se realizó antes del balotaje. Emilia Schneider, parte de la coalición del candidato de Apruebo Dignidad, reflexiona sobre la segunda vuelta:

—Si gana Kast, creo que viviremos en un país más inestable, con mucha más violencia. Representa un Chile que no está abierto al diálogo.

—¿Cómo afectaría eso su trabajo en el Congreso?

—Junto a la bancada de disidencias y de Apruebo Dignidad, nuestro rol sería más de resistencia. También estaría muy atenta que no se incite al odio ni se lleve al país a una crisis mayor que la que vivimos con Sebastián Piñera.

—¿Y de ganar Boric?

—Tendríamos la posibilidad de dialogar y avanzar. Sería un gobierno que apoye a mujeres y diversidades sexuales, pero también las demandas de la ciudadanía. (…) Boric será un liderazgo capaz de conversar con muchos sectores que tenemos miradas distintas, pero que podemos ponernos de acuerdo.

El trabajo en el Congreso, asegura Schneider, será complejo. Sin grandes mayorías de los grupos políticos, se apronta para una tarea que requerirá diálogo tanto dentro como fuera del Congreso:

—Hoy el principal desafío es conectar los movimientos y la ciudadanía con el Congreso. Abrirles la puerta para escucharles y así ser de verdad representantes.

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Tras aprobarse el matrimonio igualitario en la Cámara de Diputados el 7 de diciembre, Emilia Schneider celebró con cautela:

—Siempre he dicho que es importante el matrimonio igualitario, por la igualdad de derechos, pero no es suficiente por sí solo. Nuestra población sufre muchos ataques y actos discriminatorios.

A propósito de esta nueva ley y en una transmisión online, el diputado electo y exmiembro del Partido Republicano Johannes Kaiser se burló de Emilia Schneider porque usará el baño de mujeres.

—¿Cómo se explica esto?

—Habla del Partido Republicano, sus cercanos y la ultraderecha de Kast que están a destiempo de la actualidad. Nos quieren llevar a un momento del pasado, donde mofarse de las personas LGBTI+ era normal.

—¿Cómo enfrenta esos comentarios?

—Yo salí a repudiarlo primero porque me niego a ser su víctima. Y porque es una autoridad pública, no puede incitar al odio o la violencia. (…) Pero lo dije cuando gané, en el Congreso si tengo que pararle los carros a mucha gente, lo haré. Con respeto, por cierto.

El día en que se difundieron los comentarios de Kaiser, Schneider visitaba la Fundación Selenna, que reúne a niños, niñas y adolescentes transgénero junto a sus familias. Ahí es donde estas declaraciones, asegura, toman mayor relevancia:

—A mí esto no me afecta personalmente. Yo tengo argumentos, convicciones, principios y propuestas. Puedo argumentar y discutir sin atacar a esas personas. Pero el resto de mi comunidad y sus familias ven esto y aumentan sus inseguridades —Schneider agrega que las tasas de problemas de salud mental son más altas entre la adolescencia LGBTI+, así como los intentos de suicidio.

—¿Puede quedarse en algo anecdótico la llegada de la primera mujer trans al Congreso?

—Hay mucho trabajo que hacer. Para evitar eso necesitamos educación sexual integral para educar a la población en la riqueza que es la diversidad, la no discriminación. Y también empoderar a las diversidades sexuales desde su juventud, que son años cruciales para la confianza. Cuando a las personas LGBTI+ les cuesta sobrevivir, no encuentran trabajo y se dedican a trabajos sexuales, se quedan sin el tiempo para ser parte de la política. Tenemos que garantizar dignidad para que nuestra comunidad pueda participar en igualdad de condiciones de la vida pública.

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