Con el fin de rescatar y continuar con la artesanía en greda tan propia de Pomaire, a 50 kilómetros de Santiago, un grupo de alfareros, liderados por Taller Barros y con el apoyo de la nueva administración de la Municipalidad de Melipilla, recurrió al arquitecto de la Universidad de Chile Domingo Arancibia —ganador del Premio Promoción Joven 2021 del Colegio de Arquitectos de Chile— para construir una nueva escuela de alfarería en el pueblo. Se espera que, en el futuro, esta escuela se transforme en un referente de Pomaire y fomente otros proyectos en beneficio del patrimonio cultural del sector.

“Esta es una idea que ha rondado en la mente de varios alfareros y artesanos de Pomaire por cerca de una década y que a finales de 2020 comenzó a hacerse realidad”, cuenta Arancibia, quien lidera el proyecto junto a otros arquitectos de la U. de Chile y la oficina ALV Ingenieros.

Este ambicioso proyecto público-privado “será construido con un innovador sistema, que incluirá la greda en el diseño”, explica el arquitecto, director del estudio Normal Arquitectura. La escuela tendrá una superficie de más de 100 m2 y una altura aproximada de seis metros, construida a partir de un moldaje inflado: “Será una gran cúpula o domo de greda; con este tipo de moldaje crearemos una retícula con mallas de acero que serán recubiertas con greda, para garantizar la firmeza de las paredes”, explica Arancibia. Con esta particular materialidad, el arquitecto espera “crear un vínculo con el entorno, pero con elementos propios de la arquitectura contemporánea”.

La forma redonda de la estructura asemejará la figura del conocido chancho de greda de tres patas —tradicionalmente asociado a la buena suerte—, a través de tres cañones: dos que funcionarán como entradas de luz natural y otro que permitirá evacuar el humo a la hora de cocer la cerámica.

Ubicada en la calle Guillermo Barros, paralela a la calle principal de Pomaire, la nueva escuela de alfarería tendrá una “distribución de planta libre, en un solo piso, en donde habrá dos hornos para quemar y cocer la greda, una pequeña cafetería y, como es un espacio libre de obstáculos, se podrá hacer exposiciones en la propia escuela”, asegura Arancibia. Con esto, el diseño permitirá “que las personas interesadas aprendan en un espacio de greda elementos de alfarería por los propios artesanos de manera libre y puedan mostrar sus obras”.

El arquitecto explica que a través de esta escuela quieren realizar “una invitación a la comunidad de alfareros del sector, y a todo aquel que quiera aprender este oficio, a que se sume a este rescate patrimonial”. En ese sentido, “esperamos que la gente venga no solo para consumir o adquirir un producto, sino para generar un intercambio de conocimiento ligado a nuestra cultura y la educación”, señala.

A pesar de las dificultades para financiar este proyecto, “gracias a los aportes de la Fundación Ruta País y otros privados, la obra estaría prevista para comenzar a finales de este año, y esperamos que la escuela inicie sus funciones el segundo semestre del 2022”, concluye Arancibia.

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Una lectora real

Barack Obama, lector empedernido, comenzó a recomendar libros antes de ser Presidente de Estados Unidos. Lo sigue haciendo al salir de vacaciones de verano y también a fin de año. Como Obama, cada vez son más los famosos —en distintas áreas— que recomiendan libros a través de la prensa y las redes sociales.

Tal vez la mayor “prescriptora” de literatura del mundo es la animadora estadounidense Oprah Winfrey. Su bendición televisiva pesa más que el Pulitzer en materia de ventas y los autores agradecen ser entrevistados ante su masiva audiencia.

Solo el escritor Jonathan Franzen desafió a Winfrey, pero no le duró mucho. Cuando supo que su obra “Las correcciones” sería protagonista de su club del libro, reveló su “incomodidad” y dijo que le parecía “un libro duro para esa audiencia” (mayoritariamente femenina). Corría 2001 —hoy el descalabro habría sido gigantesco—, pero igual se generó un gran escándalo y la conductora le retiró la invitación a una entrevista. Franzen terminó por disculparse. “Me siento mal por varias razones. Realmente no me gusta herir a la gente y Oprah es realmente una buena persona para la escritura y la lectura americana”, dijo al New York Times. Cuando lanzó su novela “Freedom”, el autor fue entrevistado por Oprah Winfrey, lo que marcó su reconciliación.

Dickens y Arendt

En un fenómeno acrecentado por las redes sociales, hoy actores, periodistas, cineastas, empresarios y científicos difunden sus preferencias y varios sitios web las reúnen. También son frecuentes las listas de sugerencias literarias de famosos escritores. La autora británica J. K. Rowling, por ejemplo, mezcla en sus favoritos literatura clásica con obras de pensamiento. Allí están “Historia de dos ciudades”, de Dickens; “Lolita”, de Nabokov; “Emma”, de Jean Austen; “Cherie”, de Colette, y “Hons and rebels”, de Jessica Mitford, junto a libros de Hannah Arendt y de Michael Sandel, autor de “Justicia” y de “La tiranía del mérito”.

El famoso escritor y periodista español Arturo Pérez-Reverte se reconoce como “un cazador de libros”. Sus preferencias incluyen libros de aventuras como “Los tres mosqueteros” (“fue el primero que me dejó una huella, como lector y como ser humano”) y “El conde de Montecristo” (“uno de los mejores libros de aventuras de la historia”). Joseph Conrad es uno de sus autores preferidos. “‘Lord Jim' es mi favorito, aunque ‘Victoria' anda cerca”. También menciona la “Ilíada” y la “Odisea” —“el mejor libro sobre decadencia de héroes”— y los ensayos de Montaigne. En habla hispana, recomienda “Corazón tan blanco”, de Javier Marías, y de Vargas Llosa, “Conversación en la Catedral”.

En su cuenta de Twitter, Pérez-Reverte contesta a cientos de lectores que le piden ideas para que sus hijos lean, consejos para iniciarse en la novela negra o recomendaciones de literatura francesa o estadounidense. Tanto así, que hace poco publicó el libro “La cueva del cíclope” (Alfaguara, 2020), con sus conversaciones sobre libros mantenidas en Twitter.

Licenciada en Literatura inglesa en la Universidad de Brown, la actriz británica Emma Watson —la estudiosa Hermione en las cintas de “Harry Potter”— es una lectora compulsiva. Sugiere la aclamada novela gráfica “Persépolis”, las obras de Margaret Atwood y de la irreverente y divertida autora inglesa Caitlin Moran (“Cómo ser mujer” y otras editadas por Anagrama). También, obras de corte feminista (autoras como Maya Angelau y Gloria Steinem) y libros de Patti Smith y David Lynch. Relata que de joven le encantaron las novelas históricas de Philippa Gregory y los libros de Roald Dahl. Sobre “Harry Potter”, ha leído cada volumen “tres o cuatro veces”.

Obama y Bill Gates

Bill Gates, creador de Microsoft, publica sus recomendaciones en las “Gates notes” de su blog personal. Prefiere la no ficción y entre los autores que reitera están Jared Diamond (“Armas, gérmenes y acero”) y Yuval Noah Harari (“Sapiens”). Pero también menciona novelas, biografías (como “Leonardo da Vinci”, de Isaacson) e historia. Su última lista incluye “El espía y el traidor”, del periodista británico Ben Macintyre, sobre Oleg Gordievsky, el agente de la KGB convertido en doble agente británico para el M16, que despertó las sospechas de la CIA. Al igual que su brillante “Un espía entre amigos” (sobre Kim Philby) son libros traducidos al español por Crítica.

Varias sugerencias de Gates coinciden con las de Obama, como la novela “Un caballero en Moscú” y el relato “Una educación”, donde Tara Westover describe su odisea, en pleno siglo XXI, para recibir una enseñanza formal que sus padres le negaban. En su última lista veraniega, Obama incluyó “Kiara y el sol”, de Ishiguro, y “Un verdor terrible”, del escritor chileno Benjamín Labatut, inclasificable novela que recorre las teorías y descubrimientos de ciertos científicos, pero también sus contradicciones y desastres.

La política internacional, en obras como “El ocaso de la democracia”, de Anne Applebaum, y “Por qué fracasó el liberalismo”, de Patrick Deneen, son frecuentes en la lista del expresidente, así como novelas de suspenso, como “La chica del tren”, de Paula Hawkins. También obras de autores afroamericanas o con raíces en África o el Caribe, como Toni Morrison, Chimamanda Ngozi, Zadie Smith o V. S. Naipaul. Como dice Obama, “no hay nada como sentarse con un gran libro en el verano”. Y —le agregamos— también en invierno.

“No hay un amigo tan leal como un libro”, señaló Camilla Parker Bowles durante la pandemia, cuando decidió compartir sugerencias literarias para acompañar ese difícil período. “Aquí les dejo una lista de mis más queridos amigos”, agregó la duquesa de Cornwall. El éxito de la iniciativa fue tal, que meses después Camilla lanzó un club de lectura, que hoy comparte en Instagram con 116.000 seguidores (@duchessofcornwallsreadingroom).

Cada temporada —va en la tercera— arranca con recomendaciones que se van desarrollando con entrevistas a los autores, citas para comentar o reflexiones de invitados (el príncipe Carlos sugirió los libros de Robert Harris sobre Cicerón y la biografía de Napoleón de Zamoyski). Camilla recomendó hace unas semanas la magnífica saga “Los años ligeros” (Siruela), de la escritora inglesa Elizabeth Jane Howard, que sigue con preciosismo las vivencias domésticas de la familia Cazalet —en especial sus mujeres—, mientras transcurre la Segunda Guerra Mundial. “Es el libro que me llevaría a una isla desierta”.

Sugiere, asimismo, los volúmenes dedicados al detective Simon Serrailler, que persigue traficantes de drogas y asesinos en serie. “Nunca he estado más asustada en mi vida”, dice sobre estas obras de Susan Hill, autora de la fantasmagórica “La dama de negro” (Edhasa).

También nombra “Sin respiro” (Alfaguara), de William Boyd, y “La mujer de la libreta roja” (Salamandra), de Antoine Laurain —“una novela inteligente y divertida”—, así como “El arquitecto del universo” (Lumen), de Elif Shafak, sobre Sinan, arquitecto de legendarias mezquitas. Y al igual que Obama y Bill Gates, esta duquesa-lectora recomienda “Un caballero en Moscú” (Salamandra), novela de Amor Towles. “Es un libro maravilloso que pone ante los ojos del lector la vida en el Moscú posrevolucionario”.

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