Tras la señal de posible baja de la tasa de referencia que anunció el jueves el Banco Central, la tasa de interés de los BCU a dos años plazo cerraron ayer en -0,13%, en un mínimo histórico.

Una situación similar ocurrió entre el 12 y 13 de junio cuando los papeles en UF del Banco Central arrojaron una tasa negativa de -0,11% a dos años plazo. Eso ocurrió una semana después que el Banco Central sorprendiera al mercado reduciendo la tasa de instancia desde 3% a 2,5%.

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En el mediano plazo será la Unión Europea la que pagaría los mayores costos.

“Hasta los países más sólidos del mundo en materia de instituciones pueden ser presas de la irresponsabilidad de políticos que solo buscan ganancias de corto plazo”. Ese fue mi pensamiento cuando se conocieron los resultados del Brexit hace algo más de tres años. Con una tasa de participación elevada de 72%, el 52% de los británicos apoyó la idea de salir de la Unión Europea, “un real disparo en los pies” pensamos muchos en ese momento. Sin embargo, tuve recientemente la oportunidad de estar “en el lugar de los hechos”, y debo reconocer que ahora mi opinión está llena de matices, no es para nada claro que ese 52% se haya dejado llevar solo por razones populistas y xenófobas.

Pude percibir que los británicos, y con razón, tienen un profundo sentimiento de orgullo patrio, que me parece valioso y necesario, especialmente con la creciente importancia que se da a los factores comunitarios en un proceso sano de desarrollo de los países. La identidad nacional, sin llegar a nacionalismos extremos, debería perdurar a la globalización, compatibilización que no siempre resulta fácil, y en la cual la creciente burocracia de Bruselas ha jugado en contra. Tienen razón los británicos en no querer ser regidos por esa burocracia que no han elegido, y que busca abarcar cada vez más ámbitos del gobierno de los países miembros. En este aspecto se topan y entrecruzan, y en forma muy compleja, los ámbitos económicos y políticos, en un puzle cada vez más difícil de resolver. Ya lo dijo Milton Friedman hace más de 20 años, cuando aún el euro no entraba en circulación: “El impulso por el euro ha sido motivado por la política, no por la economía. El objetivo ha sido vincular a Alemania y Francia tan estrechamente como para hacer imposible una futura guerra europea, y preparar el escenario para lograr un Estados Unidos de Europa. Creo que la adopción del euro tendrá el efecto contrario. Agravará las tensiones políticas al convertir los choques divergentes que podrían haber sido fácilmente acomodados por las reformas en el tipo de cambio en asuntos políticos divisivos. La unidad política puede allanar el camino para la unidad monetaria. La unidad monetaria impuesta en condiciones desfavorables será una barrera para el logro de la unidad política”.

Es cierto que, en forma acertada a mi juicio, el Reino Unido no adoptó el euro, pero se ve igualmente presionado por la necesidad de avanzar hacia una mayor unión fiscal y política, condición necesaria para que el euro funcione. Pareciera que desde el punto de vista económico, el euro tiene más costos que beneficios, al perder los países la herramienta más efectiva de ajuste frente a internos y externos. Esta situación tendrá a la Unión Europea permanentemente tensionada, lo que hace razonable el deseo británico de no pertenencia.

¿Y qué pasa con la unión aduanera? Inglaterra perderá los beneficios arancelarios con la U.E., siendo este probablemente el mayor costo del Brexit en términos de crecimiento, al menos en el corto plazo, mientras negocia nuevos acuerdos. Sin embargo, también en este aspecto la unión es distante de un ideal de libre comercio, siendo más bien un complejo set de reglas y normas, dejando a los países participantes sin soberanía en esta materia. Esta crítica se puede generalizar al proceso de globalización de las últimas décadas; no hemos tenido una apertura unilateral de los países (como la que implementó Chile hace cuatro décadas), sino una negociación dirigida y controlada por los gobiernos a través de acuerdos sujetos a complejos procesos para su gestación, plagados de lobby. No se trata, entonces, de un comercio verdaderamente libre, sino de un intercambio manejado. Es entendible, entonces, que se quiera recuperar la autonomía en este ámbito también.

Pero el Brexit tiene más complejidades que las señaladas, siendo la frontera entre las dos Irlandas la que parece más difícil, sin que aún se visualice una salida razonable en este punto. Hoy conoceremos al sucesor de Theresa May como Primer Ministro, todo apunta a Boris Johnson, un político ingenioso y carismático, y además pro Brexit. El va a tener muy poco tiempo para buscar un nuevo acuerdo con la UE, por lo que aun cuando todos los escenarios están abiertos, con los antecedentes hoy disponibles, lo que parece más probable es que el 31 de octubre, día de Halloween, el Reino Unido salga de la Unión Europea sin acuerdo, y de hecho, ya se están preparando para esa situación. ¿Será un caos? Inevitablemente, un Brexit duro tendrá costos importantes en el corto plazo para el Reino Unido, aunque mi impresión es que logrará salir de esa situación. En el mediano plazo será la Unión Europea la que pagaría los mayores costos; primero, porque saldría el país menos intervencionista y más liberal, dificultando aún más la desburocratización que se requiere; y segundo, porque podría motivar a otros países a seguir los pasos de los ingleses.

El corolario que podría sacarse de toda esta compleja situación, imposible de abarcar en todas sus dimensiones en este espacio, es que el principio de autodeterminación de los pueblos no puede ser pasado a llevar sin más por la creciente burocracia multilateral. ¿Será capaz Bruselas de hacer esa autocrítica? Lamentablemente, creo que no.

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El IPSA cayó 0,41% ayer hasta los 5.032 puntos, ad portas de caer nuevamente del piso de los 5.000. Con esto acumula una baja de 1,44% en lo que va del año. Entre las afectadas están Copec y AntarChile, cuyas acciones llegaron a su menor nivel en dos años, específicamente desde principio de 2017. Los títulos de Copec se cotizaron en $6.844 ayer, mientras que los de AntarChile se ubicaron en $7.847,4.

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El tipo de cambio subió ayer $1,8, hasta los $688,9. Con esto acumula cinco días consecutivos de alza en que ha avanzado $9,2, y se acerca cada vez más a la barrera de los $690, muy cerca de los $700 en que ya ha estado en dos oportunidades en el año. Sin embargo, los analistas creen que el tipo de cambio retrocederá hacia final de año, ante una moderación de riesgos externos.

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